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martes, julio 15, 2008

ENTREVISTA CON DAFT PUNK

Manu Yañez realizó esta estupenda entrevista con el grupo de música electrónica Daft Punk a propósito de su legendaria Electroma (2006), uno de los filmes verdaderamente más olvidados y sin embargo más importantes de los últimos años. Una experiencia cinematográfica en toda regla para pantalla grande. Un gozo pleno que nos habla una vez más de la potencialidades del verdadero audio-visual, concdebido en este orden. He aquí las palabras de los miembros con casco.


22 de Mayo de 2006, Festival de Cannes


Motivaciones. Tras experimentar durante más de diez años en el terreno musical, y tras ir incorporando cada vez más elementos audiovisuales en nuestro trabajo, teníamos ganas de explorar el formato cinematográfico. A lo largo de nuestra carrera hemos trabajado junto a directores muy interesantes (1), y luego decidimos dirigir nuestros propios videos, así que, siguiendo un orden lógico, el siguiente paso era intentar trabajar el largometraje. Queríamos hacerlo con el mismo espíritu que marcó nuestros inicios en la música, con la máxima libertad, pero también integrando todo aquello que nos fascinaba del cine y el audiovisual. Siempre tuvimos un deseo incontenible por expresarnos artísticamente por todos los medios posibles, sin limitarnos al terreno musical. En ese sentido estamos muy contentos de nuestra trayectoria, ha sido una progresión fluida y natural.


Enfrentamiento robot – ser humano. Creo que es una metáfora acerca de la sociedad en la que vivimos. Luis Buñuel comentaba en su autobiografía algo así: “la primera mitad de mi vida fue enormemente rica en el plano espiritual, mientras la segunda ha sido mucho más materialista”. Cuando Buñuel nació, en el 1900, se sentía como si aún perteneciera a la edad media. Y luego, en los últimos cien años, el ser humano se ha enfrentado a más cambios que en todo el resto de su historia. Creemos que hoy nos encontramos tremendamente condicionados por toda la tecnología que nos rodea, y la imagen del robot, que se ha convertido en un leit motif en nuestro trabajo reciente, es solo una forma de enfatizar esa idea, es una sublimación de esa idea. Y el enfrentamiento entre ese robot y el ser humano es el espejo de una cierta colisión entre una sociedad dominada por la tecnología y un mundo sin ella.


Es curioso, hay gente que nos ha sugerido que ese enfrentamiento podría ser una metáfora entre la figura del artista enfrentado a la fama y la popularidad, algo contra lo que luchamos permanentemente, y no me parece una mala idea. Me gusta porque no es algo que quisiéramos expresar abiertamente en Electroma, pero puede que esté ahí de algún modo. De hecho, la película fue concebida y ejecutada de un modo muy espontáneo, de una forma muy abierta. Funcionábamos a golpes de instinto y corazón, no de una manera demasiado consciente. Intentamos materializar una forma fluida de expresión no asfixiada por la racionalidad. No trabajamos entorno a teorías o conceptos.


Referentes. Nos fascina el cine, somos muy cinéfilos. Nos encanta todo el cine, particularmente el que abarca desde el cine mudo hasta la década de los 80. El problema es que sentimos que en los últimos veinte o veinticinco años hay una cierta falta de exploración de la dimensión visual del cine. Hay grandes guiones, grandes actores, ideas, ideologías, pero el aspecto visual se ha descuidado, ha pasado a un segundo plano. Vamos al cine y todas las películas nos parecen iguales visualmente, notamos una estandarización de las formas. Y en cuanto a referentes concretos... de forma consciente hay más influencia de la pintura que del cine, Magritte por ejemplo. Si hablamos de cine, la cosa se complica más. Sí, nos gusta mucho Gerry de Gus Van Sant o The Brown Bunny de Vincent Gallo, y todavía más Elephant, también Antonioni. Pero en ningún momento los sentimos como influencias directas. También nos fascina Kurosawa, en su vertiente visual, su concepción pictórica. Y en el trasfondo de todo, nos gustaba la idea de fusionar la calidez ardiente de la road-movie, al estilo Easy Rider, y por otra parte, la frialdad de 2001: una odisea del espacio, o THX de Lucas. Intentar combinar esas dos texturas, hacer confluir lo orgánico y lo clínico. Construir una naturaleza muerta en la que el único actor es el espectador. Nos dimos cuenta de que terminamos trabajando sobretodo sobre el vacío, y en eso conectamos con Antonioni.


Método. Como decíamos, todo fue un proceso muy instintivo. Íbamos respondiendo a formas visuales que nos venían a la cabeza, estímulos casi inconscientes. Lo relacionamos más con un ejercicio de inspiración pictórica que cinematográfica. Partíamos de ciertas imágenes que nos parecían sugerentes, como la del robot fracasando en su intento de suicidio, ardiendo, y a partir de ahí construíamos las secuencias. En ese aspecto, nuestro método de trabajo se acercaba bastante a ciertas prácticas del surrealismo. El proceso de creación se parecía a ese juego en grupo en el que se va formando una frase a partir de diferentes palabras que va añadiendo cada persona. Pero en este caso, pasaba que ese amigo que tenía que reseguir la frase éramos nosotros mismos, una y otra vez. Era algo muy loco, parecido a un sueño. Y todo esto desembocó en un texto muy libre, abierto a todas las interpretaciones imaginables, todas bienvenidas. Queríamos hacer algo conceptualmente parecido a esos cuadernos de dibujo para niños en los que vienen puntos numerados que al unirlos forman una figura. Pero queríamos desordenar los números, o más bien borrarlos, y dejarle libertad al espectador para construir su propio dibujo de la situación, apelando sobretodo a impulsos físicos, porque la verdad es que la película nos salió de las entrañas, fruto de un cierto descontento y frustración imposible de describir con palabras.


Banda Sonora. No quisimos incluir nuestra música, ni tampoco componer nuevos temas para la banda sonora porque considerábamos que nos encontrábamos ante una forma de arte diferente, y no queríamos que nada nos descentrara del trabajo sobre la imagen. Queríamos eliminar cualquier elemento de distracción. Además, nosotros nos encargamos de la fotografía de la película y esa es una tarea realmente laboriosa, y no nos sentíamos capaces de hacer ambas cosas. Por eso también decidimos no actuar. Teníamos demasiado trabajo detrás de la cámara intentando capturar lo que queríamos. En cuanto a la música en sí, queríamos romper con el tópico de que los músicos sólo escuchamos el tipo de música que trabajamos, que sólo nos gusta y apasiona el género que practicamos. Es algo que suele decirse sobretodo de los músicos de Jazz. Y no es así, para nada. De hecho se puede comprobar repasando los temas que aparecen en nuestra película (2).


Human After All. No nos preocupa demasiado la tibieza con la que fue recibido nuestro último álbum. Cuando empezamos a hacer música, teníamos claro que queríamos hacer algo que, sobretodo, nos hiciera felices, y estamos muy contentos y satisfechos con lo que estamos haciendo. Nos seguimos divirtiendo mucho con nuestro trabajo. Con el último disco, Human After All intentamos separarnos de la esfera de lo que se conoce como entertainment. Por eso nos parece comprensible que a la gente no le gustara tanto. Con este último álbum queríamos reflejar la manera en la que miramos a la sociedad. Los temas tienen un punto totalitario, es la música con la que el sistema pretende alimentar nuestros cerebros. Y queríamos responder al sistema con sus mismas armas, someterlo a su propio veneno. Está claro que no es la música que escucharías para pasar un buen rato, pero sentíamos que teníamos que hacerla. Teníamos una rabia contenida que queríamos escupir. Finalmente, creo que este disco nos retrata mejor que los anteriores. Y de hecho, la película, Electroma, puede ayudar a entender lo que subyace tras Human After All, disco y película son objetos complementarios.


USA. Estados Unidos, su cultura, su paisaje, todo ello forma parte de nuestros referentes adolescentes. Eso se puede percibir en nuestra música, pero también en casi cualquier cosa de la que charlamos o reflexionamos. La mayor parte del mundo está bajo la influencia yanqui. En cuanto a su industria cinematográfica, sólo cabe decir que es enorme, y tremendamente eficaz. Para nuestro rodaje, disponían de todo el material necesario para rodar sin dificultades en el desierto, algo que hubiese sido bastante complicado en Francia. La accesibilidad para encontrar paisajes espectaculares es increíble, el desierto mismo... al final es uno de los grandes protagonistas de nuestra película. Y en cuanto al país como marco social, hay que considerarla una nación de extremos. Es el lugar más y menos libre del mundo al mismo tiempo. El más terrorífico y el único en el que puedes llevar a la práctica ciertas expresiones con total libertad. Es una gran paradoja.


El cine. A lo largo de nuestra carrera, hemos tenido la suerte de poder hacer, en todo momento, la música que queríamos hacer, siempre aislados un poco de todo, nosotros solos. Somos personas muy tímidas y con el arte pretendemos comunicarnos con el mundo exterior. Llevamos más de doce años trabajando en solitario haciendo música, y la experiencia cinematográfica, hacer Electroma, ha sido fantástica sobretodo por su componente de trabajo en equipo. Es algo increíble, añade muchas variables y sustancia a la aventura humana asociada a la labor artística. Es algo que tiene poco que ver con el resultado final de la película, es algo que conecta más con la experiencia creativa y con algo tan simple como querer llegar a ser mejores personas.


MANUEL YÁÑEZ MURILLO


1. El grupo ha trabajado junto a figuras como Michel Gondry o Spike Jonze, eminentes autores del formato videoclip.


2. La banda sonora contiene temas de Todd Rundgren, Brian Eno, Sebastien Tellier o Curtis Mayfield.

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